La destrucción de las tobas (1ª parte: presentación)

La principal característica geológica en Ruidera ha sido maltratada y destruida a lo largo de los siglos, incluyendo tiempos muy recientes.

Desgraciadamente pocos reparan en que una de las características más valiosas (si no la que más) de las Lagunas de Ruidera no es intrínsecamente su agua (en realidad son lagos muy pequeños), sino sus piedras. Esto es: las tobas (o travertinos). Un increíble entramado de rocas milenarias que represan las aguas de laguna en laguna, crean cascadas, torrentes, terrazas voladas y un sinfín de formaciones espectaculares. Un tesoro así habría que haberse cuidado desde sus inicios. Nada más lejos de la realidad. No fue hasta los albores del siglo XX (incluso ya iniciado el XXI) cuando se tomaron medidas tan lógicas como prohibir el pisoteo, la acampada o el aparcamiento sobre las mismas tobas. Pero, en muchos casos, fue demasiado tarde.

Las orillas, las represas y las cascadas son joyas que preservar. Imagen: Laguna Lengua.

A lo largo de una serie de reportajes divulgativos vamos a intentar valorar estas formaciones y analizar las agresiones que sufrieron de la mano del Hombre desde hace siglos. Unas agresiones que tienen su origen en la ignorancia: hasta hace relativamente poco se creía que las tobas eran más bien una consecuencia en vez de un origen. Es decir: se creía eran consecuencia de las lagunas, que se presuponían de origen disolutivo o tectónico (el agua, rellenando formaciones previas como dolinas o similares). En realidad, las propias tobas son el origen de los lagos, y su desaparición implicaría también la de las propias lagunas. Ese desconocimiento hizo que a lo largo de toda la Historia (y hasta «ayer» mismo), hayamos pisoteado, dinamitado, atravesado o construido sobre estas joyas pétreas.

«La destrucción de las tobas implicaría la de las propias lagunas. Algunas ya han dado muestras de fatiga.»

La deforestación
Ya desde la edad del Bronce, el Hombre deterioró este tipo de rocas con las primeras roturaciones agrícolas. Los cultivos desbrozaron el terreno y alteraron la estructura tobácea al mover sedimentos finos con los arados, arenizándola y erosionándola (Las Tobas en España. J.A. González Martín y M.J. González Amuchastegui. 2014. ISBN: 978-84-697-1469-0). Más adelante, ese error se continuó con la eliminación de la vegetación higrófila perilagunar como juncos o carrizos (principalmente para construir playas artificiales, construcciones ilegales, embarcaderos o lugares de recreos, aparcamientos, etc.). Ésto detuvo uno de los beneficios de dichas plantas: impedir la llegada al agua de terrígenos: «La llegada de estos aportes al vaso supuso un impacto grave para el desarrollo de las estructuras tobáceas, y sobre todo para los conjuntos estromatolíticos al aumentar el grado de turbidez del agua y ralentizar o interrumpir el desarrollo de estos dispositivos (muy dependientes de la insolación).» Nuestra evolución debería habernos sensibilizado, sobre todo cuando los expertos mundiales advirtieron de que teníamos un auténtico tesoro. Aun así, el deterioro y su destrucción continuó descaradamente. Con lo que el infractor tuvo doble culpa: la infracción en sí y el dolo (ser plenamente consciente del delito). En este primer capítulo sólo intentaremos explicar someramente qué son las tobas para saber apreciarlas.

Las típicas cascadas en cortina. Imagen: laguna Batana.

Agua constructora
Pero ¿cómo se forman las tobas? Todo se debe a la precipitación de carbonato cálcico (un compuesto químico natural, principal componente de las conchas de moluscos, por ejemplo, o de la cáscara del huevo), que el agua va depositando en su discurrir valle abajo. Cuando se encuentra con un pequeño obstáculo (como pequeños desniveles, ramas, piedras u hojas) y tiene que superarlo, en vez de arrastrarlo, va fijando en él el carbonato cálcico. Éste actúa como un «cemento» natural y, poco a poco, se va construyendo una dura roca que va creciendo hasta represar el agua, formando un muro natural. Si el equilibrio perfecto de caudal (cantidad de agua), pureza (ausencia de contaminación) y continuidad (sequías breves o nulas) se consigue, la construcción está garantizada: el agua rebasará la represa depositando, en su coronación, nuevo carbonato cálcico en estratos. Así la represa natural crecerá hasta originar un salto de agua que, con el tiempo, derivará en una cascada en cortina a lo ancho del cauce. Aguas arriba, la acumulación de agua crecerá hasta formar una laguna cada vez mayor.

Detalle de una cascada. Obsérvese cómo el agua, en su caer, ha depositado carbonato cálcico sobre las ramas, convirtiéndolas en piedra.

El proceso en las orillas es similar, pero protagonizado por estromatolitos, esto es: microbialitos, estructuras minerales bioconstruidas originadas por la producción, captura y fijación de carbonatos. Así se producen las características terrazas voladas. Un proceso lento (se estima que algunas de las de Ruidera tienen varios milenios de antigüedad), frágil y bello, que ha regalado a Ruidera uno de los mejores ejemplos de Europa. Desgraciadamente, el Hombre no siempre ha actuado en consecuencia…

Terraza volada sobre las aguas en la Laguna Lengua.

Héctor Campos, escritor y fotógrafo.