En 1922, C.D. Salvador Gijón expuso en el rotativo La Región de Valdepeñas una idea descabellada: establecer en las Lagunas de Ruidera una base para hidroaviones. Una noticia (que recogemos del diario ABC, edición del 17 de noviembre de 1922, página 19), en la que el periodista reconocía encogerse de hombros ante su falta de formación al respecto, pero anunciaba que era una idea «digna de atención».

«Lo que el señor Gijón expone, teniendo en cuenta la extensión y condiciones de las dos principales lagunas (del Rey y Colgada), es que en ellas se establezca una base de hidroaviones militares con aprovechamiento de la fabricación nacional», se pudo leer.
Nueve días después, la idea era respondida por un anónimo al que se le menciona simplemente como «un aviador militar»: «La idea (…) no creemos que deba ser llevada a la práctica por las siguientes razones: La Mancha es precisamente un inmenso aeródromo, pues los extensos cultivos de cereales que contiene nos ofrecen por todas partes puntos de fácil aterrizaje a los aviones de tierra. (…) ¿Qué motivos habría para introducir hidroaviones, más costosos, de peores condiciones aviadoras y exigiendo caras instalaciones de albergues acuáticos, rampas, etc.? (…) Esta opción sólo es aplicable a países como Suiza, por ejemplo, país de montañas y valles estrechísimos, y donde las escasas superficies horizontales están ocupadas por extensos lagos.» Además, recalcaba el hecho de que «hasta el mar, a doscientos kilómetros», no encontraría ningún punto intermedio donde donde pararse.
Afortunadamente, la idea ni siquiera se plasmó formalmente, pues habría ocasionado un daño irreversible en una zona tan frágil.

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