El Hundimiento se hunde

La famosa cascada sufre un proceso de erosión constante que va transformándola. El último gran desprendimiento tuvo lugar hace diez años y cambió notoriamente la forma de la cascada para siempre.

La cascada de El Hundimiento que hoy vemos no es la que vieron nuestros antepasados. Y la cascada que hoy ven los chavales no es la misma que la que nosotros vimos hace una década. Y es que la fuerza del agua va causando desprendimientos y arrastres que van modificando el aspecto de tan singular salto de agua.

Antigua cascada de El Hundimiento, hoy extinta.

La última gran avenida de agua ocurrió hace justo una década, en 2010. El Hundimiento sufre especialmente en estos períodos, pues la original cascada en cortina a lo largo de todo el barranco quedó reducida por la mano del hombre (al modificarse los caudales con las tomas de alimentación de la central hidroeléctrica de San Alberto y, décadas después, por instalaciones recreativas). Aunque existen otros aliviaderos de la barrera tobácea que retiene las aguas de la Laguna del Rey por donde el agua se escapa valle abajo, la cascada principal de El Hundimiento (reclamo turístico por excelencia frente al que se ha construido un mirador) tiene que evacuar una gran cantidad de agua en épocas de crecidas. Los desmoronamientos y desprendimientos de sus pared han sido frecuentes a lo largo de los siglos. En 2010 la boca no soportó más la presión y la pared se rompió ensanchándose varios metros, como comprobamos en esta comparación de imágenes tomadas antes y después del suceso:

DESLICE EL CURSOR SOBRE LAS FOTOGRAFÍAS
Izquierda: 2008. Derecha: 2012

Como consecuencia, El Hundimiento ahora es más ancho y, aun en épocas de sequía, el agua forma una «cola de caballo» más generosa. En la siguiente comparación observamos en detalle la porción de travertino o toba destruida por la avenida:

DESLICE EL CURSOR SOBRE LAS IMÁGENES
Izquierda (2008), se señala la porción de toba destruida. Derecha, avenida en 2010

El Hundimiento se alimenta del corto río que nace en el desbordamiento de la Laguna del Rey, tradicionalmente llamado «El vertedero» (Salvador Jiménez, El río que pasa por mi pueblo, 1994, ediciones Soubriet), justo antes de pasar por debajo del puente de los Cinco Caños que permite a la carretera N-430 atravesar la barrera tobácea de esta laguna. Un río, por cierto, cuyo cauce natural (a pesar de estar prohibido por las normas de uso y gestión del Parque Natural) ha sido alterado por los turistas para crear piscinas artificiales y un lugar de esparcimiento sin control, amontonando piedras para crear represas artificiales (tema que abordaremos en otra ocasión):

Desbordamiento natural de la Laguna del Rey, alterado el paisaje por los turistas.
Represas artificiales que alteran el curso del agua que alimenta El Hundimiento.

Una vez superado el puente de la carretera, el agua goza de un pequeño tramo de rápidos donde erosiona el terreno con pequeñas cascadas que van excavando el terreno y que, poco a poco, terminarán por crear un hondo cañón. Fácilmente se pueden ver desprendimientos antiguos y otros relativamente recientes, constatando un proceso que va rebajando la altura de la cascada de El Hundimiento:

En este lugar, y gracias al aviso de nuestro nuestro amigo (incansable escritor e historiador local) Salvador Jiménez, nos topamos con los restos (semisumergidos) de lo que parece una tinaja, sedimentándose con las aguas y eternizándose con ellas:

Y así llegamos a la boca misma de la cascada. Aquí arriba sentimos temblar la tierra literalmente bajo nuestros pies por la fuerza del agua precipitándose con un gran estruendo:

El agua encaminándose hacia su caía.
Boca de El Hundimiento, con las aguas precipitándose.

Desde esta privilegiada situación podemos comprobar los restos de desprendimientos valle abajo, con grandes rocas sobre el lecho golpeado por la fuerza de la corriente:


Héctor Campos, escritor y fotógrafo.