
Resulta triste, cuando no desconcertante y frustrante, que al buscar la «Casa del Rey» de Ruidera (siglo XVIII, obra de Juan de Villanueva para el Infante D. Gabriel, hijo de Carlos III), los primeros resultados obtenidos en internet sean los de un alojamiento «rural» (que poco o nada tiene de rural, ni de estético, ni de…), asentado sobre la misma orilla, usurpando el espacio público. El auge de este tipo de turismo de interior va desplazando la información histórica y cultural, y poco a poco se va perdiendo esa riqueza informativa, convertida en publicidad, el nuevo dios de este mundo, a base de pagarse el privilegiado «sitio» virtual y mandando a arquitectos, reyes y demás personalidades a rincones oscuros, bien abajo en el buscador (¡que paguen!).

Pero más desconcertante e indignante es que la primera información (para más INRI, oficial) sea ésta:

Imagino al turista que haya logrado esquivar la publicidad de la casa «rural» toparse con esta información. Quizá decida acudir presto a saborear el patrimonio histórico y arquitectónico que le ofrece la Diputación como «de uso público» y «visitable.» Craso error: no tardará en encontrar el edificio (privilegiada es su regia posición, llamativa su construcción y diferenciadora su fachada). Pero no logrará ver nada: cal y canto. Puertas cerradas. Ventanas tapadas. Que aquí no hay nada que ver, oiga. Que es un edificio privado que no admite visitas en ningún horario. Que hemos sido engañados, vamos. Así se lo advertimos a la propia Diputación para que enmiende el error, y todavía estamos esperando contestación (y rectificación). [29 de julio: tras nuestro aviso, la información fue cambiada dos días después.]

Nadie más que sus propietarios pueden en realidad pisar el interior de la Casa del Rey, al ser de titularidad privada. No se permite visita alguna. Pocas descripciones de su interior existen, siendo las de Salvador Jiménez las más precisas y detalladas, recogidas en su libro «Real Sitio de Ruidera» (Ediciones Soubriet, 2000. Búsquenlo y léanlo). Nosotros sólo podemos echar un vistazo a su portal, tras la puerta principal, gracias a esta imagen que pudimos realizar hace casi veinte años, rescatada de uno de aquellos entrañables carretes de 35 mm., gracias a que la puerta estaba abierta de par en par por las obras que se estaban realizando, para mejor acceso de los obreros que realizaban sus tareas y, desde la calle, se apreciaba su interior:

Una escalinata nos recibe con una modesta barandilla. El amplio portal de entrada distribuye las estancias: sendas puertas a ambos lados que dan acceso a dos de las cuatro habitaciones principales de servidumbre de la planta baja. Frente a nosotros, las cuatro sencillas columnas blancas con capiteles cuadrados. Nos parece apreciar que las dos columnas primeras son dobles, característica continuada en los elementos decorativos adosados a las paredes a la misma altura. Tras nueve peldaños o huellas, se llega a un descanso o meseta, que bifurca la subida en otras dos escaleras más pequeñas a ambos lados (ya, fuera de la imagen) tras sendos giros de 180 grados. Desde nuestra perspectiva, el estrecho espacio que queda a la izquierda (entre la escalera y la pared) está solucionado con una pequeña ventana bajo techo abovedado, un techo que soporta una de las dos escaleras secundarias. A la derecha, el mismo espacio se soluciona con lo que parece una pequeña puerta o pasillo también abovedado. No se aprecia lámpara alguna, tan sólo una simple y desnuda bombilla sobre el vano de la puerta de la derecha (un vecino le narró a Salvador Jiménez, para el mismo libro ya citado, que la casa fue saqueada hace décadas, por lo que suponemos que pocos o ningún objeto decorativo de época ni de valor artístico se conserva).

La (verdadera) Casa del Rey sigue presidiendo imponente la entrada al pueblo. No sabemos si alguna vez el turismo entrará en ella. Nos conformaríamos si, al menos, pudieran hacerlo historiadores y arquitectos. Y que nos cuenten lo que vean en estudios que sirvan para conservar mejor nuestro patrimonio histórico.
Héctor Campos, escritor y fotógrafo.
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