No son tan antiguos (relativamente) los nombres que reciben las lagunas de Ruidera. Algunos centenares de años. Al menos, los actuales; ignoramos cuáles se perdieron en la niebla de los tiempos, tras tantos y tantos asentamientos primitivos cuyos ecos hoy ya no resuenan, ahogados en el transcurrir de los años. ¿Cómo llamaron los hombres de las cavernas a la laguna Lengua? ¿Y a la Tinaja? Nunca lo sabremos. Probablemente las lagunas fueran muy distintas a las actuales. Lo cierto es que los mapas son los mejores testimonios de la toponimia de un lugar tan cambiante. Además, algunos legajos descriptivos sobrevivieron. Echamos mano de ambos para esbozar un humilde ejercicio onomástico.
Las lagunas del Guadiana
Es natural que un lugar con tantas lagunas, ríos, manantiales, etc. acumule nombres a lo largo de su historia. Y es normal, también, que a lo largo de esa historia se sustituyan, cambien, modifiquen e incluso convivan varias denominaciones. Ni siquiera el propio nombre del parque natural (lagunas de Ruidera) ha sido el único para referirse a este rosario de lagunas. En diversos mapas del siglo XVII se referían al nacimiento del Guadiana Alto como “Lagunas del Guadiana”, perpetuando la errónea creencia de que aquí nace dicho río que muere en Ayamonte (hecho desmentido científicamente). Así mismo, el río que debería llamarse Guadiana se menta como “Río Roydera” o “Río Roidera”. Un intercambio: el río recibe el nombre de las lagunas; las lagunas, el del río. Pero Miguel de Cervantes, en su segunda parte de Don Quijote (1615), ya nombra al lugar como las lagunas de Roydera.


Las lagunas de Ossa de Montiel
No fue hasta 1783 cuando la aldea de Ruidera pasa de pertenecer de Alhambra a Argamasilla de Alba (antes, Lugarnuevo), creándose así su Real Sitio. Dos años después se traslada aquí, desde Cervera, los molinos de pólvora que tan famosos en la zona se harían. Muchos años más tarde, ya en el siglo XXI, una algo estrafalaria propuesta de nimia repercusión intentó añadir el nombre de Ossa de Montiel (Albacete) al del parque natural, alegando que hay más las lagunas dentro de su término municipal. El nombre interminable pasaría a ser: “parque natural de las lagunas de Ruidera y de Ossa de Montiel”. Sin embargo, esta oportunista propuesta ignora que dicho nombre (las lagunas de Ruidera) no se impuso por haber más lagunas en dicha aldea, sino porque ésta nace, surge, vive y existe gracias a sus lagunas. Tanto es así que es probable que primero se bautizaran a las lagunas (no olvidemos que Ruidera podría derivar o bien del ruido del agua o bien de las abundantes riadas), y luego al pueblo. Por lo que no tiene sentido que el parque recibiese el nombre de una población que ni siquiera besa sus aguas. La artificiosa maniobra, en realidad, es puramente turística, pues el pueblo ha abandonado mayoritariamente sus antiguas y tradicionales formas de vida para apuntarse al tren del turismo masificado, burda y oportunista maniobra empresarial que atenta contra toda referencia histórica y que no debería ser atendida. Éstas son, y siempre deberían ser, las lagunas de Ruidera. Y punto.
Las dos lagunas Coladilla
En hasta al menos dos mapas históricos se nombra la actual laguna Tomilla como Coladilla, nombre que también recibe la situada entre la Cueva Morenilla y la Cenagosa. En el “Plano general de las lagunas de Ruidera” de 1895, del “Informe sobre el canal del Gran Prior” (E. de Echegaray. Ministerio de fomento. Signatura: Legajo 654), vemos que a la laguna Conceja le sigue la Coladilla (cuando en realidad debía ser la Tomilla). ¿Un simple error? Sin embargo, podemos ver en este mapa las “Casas de la Tomilla” en las lomas del cerro donde actualmente están las ruinas de la conocida como “Casa de los duendes”. Este mismo mapa sí que se nombra como “Coladilla” la actual laguna del mismo nombre. Si se trata de un simple error, lo repite “un aficionado a la agricultura y la geografía”, anónimo que firma una carta en el diario “El relámpago”, en su número 22 del 7 de abril de 1889, cuando dice: “Siguen las lagunas Conceja, Colailla y Tinaja”.


Laguna de la Colada
Y ya que sale a relucir el nombre de la laguna Coladilla: de todas las de Ruidera, el de esta pequeña laguna es el que más dudas presenta. De hecho, oficialmente, es el único nombre del que se desconoce su procedencia. Es la segunda de las “lagunas bajas”, más allá de Ruidera tras el Hundimiento, entre la Cueva Morenilla y la Cenagosa. Ateniéndonos al recurso de usar diminutivos para formar el nombre de la laguna (como sucede con la Redondilla –de “redonda”–, y Cueva Morenilla –de “morena”–), podríamos deducir que “Coladilla” es un diminutivo. Así, la procedencia podría ser “colada”. Descartamos la definición del DRAE de “masa de lava por la ladera de un volcán”. Y también, en principio, descartamos la posible acepción referida al lavado de ropa, pues las mujeres del pueblo de Ruidera acudían a las orillas de la laguna del Rey, y no se refieren poblaciones en las orillas de la Coladilla en épocas en las que se empezaron a nombrar las lagunas. Mas ¿pudiera ser que la morenilla que vivió en su cercana cueva lavara sus telas en esta laguna? Es decir: que hiciera su coladilla en las riberas de estas aguas. No parece probable por la abundancia de carrizos de sus inaccesibles orillas, pero ahí queda la posibilidad. Parece más razonable la sexta acepción del diccionario: “Colada: Faja de terreno por donde suelen transitar los ganados para ir de unos pastos a otros, bien campos libres, adehesados o eriales, bien en los de propiedad particular, después de levantadas las cosechas”. Una colada también es “un paso entre montañas difícil de cruzar por su angostura y mal suelo.” Pero los cerros de Ruidera son suaves y poco agrestes.
En primitivas toponimias se la llama “Colaílla”, que parece acercarse más al verbo “colar”. Una acepción nos vuelve a remitir al lavado de ropa, pero otras hablan de “pasar por un lugar estrecho”. Existe un “Barranco de la Colailla” en Nerja (Málaga) y un pueblo llamado “Coladilla” en León, que proviene de la forma leonesa tradicional de llamar a los collados. Evidentemente la tradición etimológica leonesa poco pinta en esta tierras. Así que un collado (una depresión suave por donde se puede pasar fácilmente de un lado a otro de una sierra) no parece el origen del nombre de nuestra laguna, y sí la más acertada referida a la colada como porción de terreno usado por la trashumancia de ganados (no olvidemos que cerca de aquí pasa una cañada real, y que a uno de sus tramos se los llama “coladas”). Así podría quedar resuelto del origen de su nombre, y explicarlo a las futuras generaciones, lo cual sería un sano ejercicio de recuperación de las antiguas tradiciones locales.

Laguna de El Monario
Durante varias décadas (al menos, desde los años 70 del siglo XVIII hasta los 50 del XIX) aparecía en los mapas de la zona un lugar conocido como “El Monario”, e incluso se le dio categoría de laguna en la descripción realizada en el “Boletín oficial del Ministerio de Comercio, instrucción y obras públicas”, de M. Rivadeneyra, 1849: “Los nombres particulares de estas (…) lagunas son (…): (…) el Monario, que también llaman Botana (…)” Así, a la laguna Batana se la decía por entonces también “El monario”, palabra que en Burgos se refiere a una casa (concretamente, de manera figurada, al estado en que se encuentra una casa, por ejemplo: “¡Cómo tienes el monario!” Quiere decir: “¡Cómo tienes la casa toda desordenada!”). Por otro lado, existe una expresión murciana (“va a arder hasta el monario”) que quiere decir que va a ocurrir algo grave que hará temblar hasta lo más sólido (en este caso, monario podría derivar de monasterio). Descartamos esta segunda posibilidad murciana por parecer menos probable referirse a un destartalado molino como un monasterio. El escritor ruidereño Salvador Jiménez nos refirió hace años que “El monario” era un molinero de la zona, por lo que quizá éste llegara de Burgos importando también su modo o forma de nombrar a su propia casa como su “monario”, o quizá fuera su propio apodo (no hemos encontrado este apellido en la heráldica tradicional española). En el “Inventario” de 1773 (A.H.N. Consejo Órdenes de Santiago. Legajo 5.366) se lee: “Las aguas (…) tienen su descenso en otra llamada de Ybañez (…). Las aguas de ella tienen su derrame en otra llamada la Burrucosa (…) y entre ambas hay un sitio de molino arruinado llamado el Monario.” En un mapa de 1809 de la vicaría de Alcaraz del “Centro geográfico del ejército (del Archivo cartográfico de estudios geográficos)” se señalan los molinos de Ruidera, como el de Ruipérez o el molino Nuevo, distinguidos de las propias lagunas. Aquí aparece “El Monario”, no como laguna, sino como molino. Es de esperar un intercambio espontáneo de nombres entre el molino y la laguna a lo largo de los siglos, natural o artificioso, según el mucho o poco cuidado de quien los mapas trazara, y de quienes las descripciones topográficas hiciera. Lo cierto es que muy pocos hoy recuerdan “El Monario”, ni como laguna ni como molino, que dejó de salir en mapa alguno hace tiempo.


Lagunas de Ibáñez, Burrucosa y Larga
La actual laguna Santo Morcillo (o Santos Morcillo) ha recibido abundantes nombres a lo largo del tiempo: de Ibáñez, Santo Amorcillo y el menos tradicional de la Playa. A la laguna Batana, que ya hemos referido como “El monario”, antiguamente se la llamaba “Burrucosa” (con múltiples variantes: Berrucosa, Borrucosa, etc.). Leemos en el “Inventario” de 1773 (A.H.N. Consejo Órdenes de Santiago. Legajo 5.366): “Las aguas (…) tienen su descenso en otra llamada de Ybañez (…). Las aguas de ella tienen su derrame en otra llamada la Burrucosa, de igual propiedad, y mayor que la antecedente.” Por otro lado, a la laguna Colgada se la denominaba llanamente “Larga” en el Heredamiento de Ruidera (13 de junio de 1783 –A.H.N. Consejo Ordenes. Santiago. Legajo 6.413–). Acertada elección, pues se trata de la más extensa longitudinalmente (2,5 kilómetros).
Lagunas de la Malena y de la Encina
El mismo aficionado anónimo al que nos referíamos anteriormente también escribió (El Relámpago nº22, 7 de abril de 1889): “Siguen las tres últimas lagunas llamadas Cueva Morenilla, Encina ó Coladilla y la Cenagosa ó Malena.” Propone la alternativa de “Encina” para la laguna Coladilla, por el histórico encinar otrora existente, talado en los años 70 del siglo XX con el cambio de propiedad privada de las tierras (Salvador Jiménez, “El río que pasa por mi pueblo”, Ediciones Soubriet, 1994). A la Cenagosa se refiere como “Malena”, nombre del manantial cercano (que ya visitamos en otro reportaje), derivado del cercano cortijo de la “Magdalena”. Ni la laguna Encina ni la de la Malena han figurado nunca (que sepamos) en mapa alguno, y parecen más bien invenciones sin arraigo popular.

Laguna Morcilla
Dentro de las posibles invenciones sin fundamentos contrastados cabría la supuesta laguna “Morcilla”, nombre que recibiría la actual Santos Morcillo según la revista “Albores” en su nº1 de 1946, cuando dice: “La Morcilla, por su forma, algo incurvada, recibe tal nombre.” Sin mentar fuente alguna, Esperanza Montero González (“Contribución al estudio de la geometría y los límites del acuífero del Campo de Montiel”, Instituto de estudios albacetenses “Don Juan Manuel”, de la Excma. diputación de Albacete, serie 1. nº 119. 2000) escribe: “La Morcilla, cuyo nombre proviene de su forma (…)” Y aunque ciertamente la forma de la laguna recuerda a la tripa de cerdo tradicionalmente condimentada con especias, todos éstos más bien parecen supuestos infundados que desoyen la original y real denominación de “Santo Morcillo” o “Santos Morcillo”.
La toponimia no es más que el intento del hombre por hacer suyo un paisaje cambiante que se le escapa de las manos.
Héctor Campos Castillo (Madrid).
Una respuesta a “Lagunas del Guadiana y otros nombres perdidos”
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